Estudios de Educación en Casa
 

Un Hermoso Fundamento
¡Amar, Guardar e Instruir!
Octubre 23, 2010

  
Jesús nos enseñó el Gran Mandamiento: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:4-5).

Éste es el texto más importante del Antiguo Testamento. Jesús lo llamó el más grande mandamiento de la Biblia y aún se mantiene como la principal confesión de fe entre los judíos. La verdad fundamental para la redención del mundo es que hay sólo un Dios que crea y redime.

Toda la Biblia muestra que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y estas tres personas divinas tienen tan perfecta unidad que en realidad son uno. “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (I Juan 5:7).

Y éste Dios Uno busca una relación intima con nosotros. Nada trae mayor unidad a nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo, que amar al Dios Uno. David le pidió a Dios esta unidad para poder temer a Dios, “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma [unifica] mi corazón para que tema tu nombre” (Salmo 86:11). Y luego afirmó David que debido a esa unidad interna, podía alabar a Dios con todo el corazón. “Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, Y glorificaré tu nombre para siempre” (v.12).

Todo en nuestra vida debería girar alrededor de está dirección: Amar a Dios. Esa es la esencia del hombre. Fuimos creados para ese Amor. El mandato es claro: debemos amar al Señor con cada parte de nuestro ser. Cuánto más le conozcamos verdaderamente, más estaremos seguros de cuánto le amamos. La Vida Eterna es conocerle a Él.

Es imposible poder amar a alguien verdaderamente hasta que no lo conozcamos. Todo lo que conocemos de Dios proviene de tres fuentes: Primero, de la creación: las cosas invisibles de Él se hacen visibles por lo que Él ha creado; segundo, de la historia: la historia del hombre es Su historia. Las profecías de Daniel tratan con la historia del hombre; la gran nube de testigos del ejército de Dios se levanta para hacernos sabio;  y tercero, principalmente de las Escrituras: Ellas son las que dan testimonio de Él y son útiles para presentar al hombre perfecto.

Por consiguiente, es necesario que estemos íntimamente relacionados con la Palabra de Dios, guiando nuestras vidas en los caminos de nuestro Padre, y conociendo todo acerca de Él: Su corazón, Su mente, Sus deseos.

Después de la frase inicial con la que Dios nos manda a “amarle de todo tu corazón, ...alma, y ...fuerzas,” la Escritura continúa, “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón.”

¿Cómo podemos poner las Palabras de Dios en nuestros corazones? Debemos empezar conociendo a Jesús en forma personal y luego, literalmente, debemos poner la Palabra de Dios, la Biblia, en nuestros corazones. Debemos estudiarla, meditarla, memorizarla y, sobre todo, aplicarla. Entonces diremos como el salmista: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:105).

Percibe la gran interrelación que hay entre amar a Dios y esconder Su palabra en nuestros corazones.

Ahora, examinemos la siguiente frase de la Escritura: “...y las repetirás a tus hijos...” . Del amor que tenemos a nuestro Dios y de conocer Su Palabra, entonces fluye u torrente de sabiduría y ciencia para guiar a nuestros hijos.

El mandato es amar al Señor, y el “cómo” es poner en nuestros corazones Su Palabra, y luego dárselas a nuestros hijos. ¡Todo está perfectamente unido en un hermoso fundamento para nuestra vida, nuestra familia y también para nuestra nación!

Las siguientes frases nos dicen cómo exactamente podemos mostrar estos valores, estilo de vida e ideales de Dios a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos de las siguientes generaciones.

“...enséñalas a tus hijos...”¿Cómo se supone que debemos hacerlo? La Escritura menciona todo lo que necesitamos para poder pertenecer a una vida llena, completa y gozosa en Dios, y seguramente no se queda tan corto; nos da las instrucciones más importantes. La siguiente frase explica e ilustra cómo debemos enseñar a nuestros hijos con diligencia.

“...y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes...”

En otras palabras, aun si estamos en casa o afuera, aun si es temprano o tarde, aun si estamos trabajando o descansando, o aun si estamos realizando cualquier actividad, debemos enseñar diligentemente a nuestros hijos acerca del Señor y Su magnífico amor.

“Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos.”

En los tiempos bíblicos el hombre judío cumplía esta instrucción literalmente, llevando filacterias. Las filacterias usadas en la frente eran los frontales y se ponían entre las cejas; contenían papiros con porciones de la Escritura, incluyendo Deuteronomio 6:4-9. De esta forma estaban recordando constantemente la Palabra de Dios y sin duda, cada vez que un niño veía a su padre y veía el frontal, recordaba la Palabra de Dios de la misma manera. Otra filacteria se llevaba en el brazo izquierdo de una forma similar.

Igual que el hombre judío mantuvo siempre la Palabra de Dios ante si, así debemos guardar Su Palabra siempre ante nosotros para que esté llevándonos y guiándonos siempre, siendo una lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino.

Cuando estamos constantemente en los caminos del Señor, nuestros hijos notarán siempre que Dios en Su verdad y Su amor hace que los caminos de nuestra vida brillen, por lo que debemos hacer de Su Palabra algo vivo en nuestras vidas diarias para tenerla como señal en nuestras manos y como frontales en nuestros ojos.

La Vaca Sagrada de la Escuela Dominical.
Muchos piensan que este mandato de Deuteronomio 6:7 es para la Escuela Dominical. Sin duda alguna que una buena Academia Bíblica los domingos es de gran edificación para la congregación, pero no es el cumplimento de este mandato.

El mandato de Deuteronomio 6 es para la familia, dentro del núcleo de la familia. Y ningún maestro de escuela dominical por muy bueno que sea puede ni debería tomar el lugar de los padres. Dios fue el que lo diseñó de esa manera, y Él sabe mejor.

Estamos convencidos de que debemos tomar la Palabra de Dios para enseñarla a nuestros hijos en la Escuela Dominical, pero, como podemos ver claramente en la continuación del texto, no es exactamente lo que Dios nos manda.

De hecho, ¡no es ni cerca de lo que Él quiere que hagamos! Dios nunca dijo que quería que esto fuera un “Mandamiento del Domingo”. Él quería que hiciéramos de esto un “Mandamiento Diario” y quiere penetrar cada esfera de nuestras vidas en cada día que vivimos.

El mandamiento de Dios es de querer Su Libro, la Biblia – el único libro que ha sido escrito por Dios, y el único que pasará la prueba de la eternidad – como lo único deseado para enseñar diligentemente a nuestros hijos no sólo los domingos, sino también el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado.

¡Dios nos manda enseñar con profundidad y diligentemente! El domingo llevamos a nuestros hijos frente a cristianos devotos y les decimos a los que son maestros, “asegúrate de dar a mi hijo firmes instrucciones basadas en la Palabra de Dios. Asegúrate de enseñar diligentemente este Libro a mi hijo para que aprenda a sostenerlo como lámpara a sus pies y lumbrera a su camino. Enséñales que este Libro les instruirá en su camino y en la manera en que deben andar, guiándolos para que lleven una vida llena”.

Y ¿no es cierto que cuando llega el lunes y llevamos a nuestros pequeños frente a un maestro inconverso pretendamos aún que honre la Palabra de Dios? Llevamos a nuestros hijos a lugares en donde la Palabra de Dios no es honrada y que difiere en todo lo que les hemos enseñado en casa y en la iglesia acerca de la vida, y esperamos que no dañe la preciosa alma de los pequeños.

Dios nos ha dicho que nunca, pero nunca debemos permitir que esto suceda. Él nos ha mandado, a los padres, que enseñemos a nuestros hijos diligentemente a amar al Señor en cada área de sus vidas, con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas. ¡Ésta debe ser la prioridad principal!

Hay una absoluta necesidad de una enseñanza con devoción que fluya desde los padres hasta los hijos. Esta era una característica de nuestro padre Abraham “Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él” (Génesis 18:17-19).

Inicia temprano, inicia renglón tras renglón.
Lógicamente tendremos esta pregunta en mente: “¿Cuándo comienza esta enseñanza?”, “¿A qué edad nuestros hijos están listos para recibir?” En su fidelidad, Dios contesta esta pregunta en Isaías 28:9, donde dice:

“¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados?¿A los arrancados de los pechos?”

Ciencia es algo que relaciona la vida en general, mientras que doctrina tiene que ver con las cosas de Dios.

Por ejemplo, por la ciencia de Dios conocemos que la vida en la sangre está; esto es, el nivel del pH (potencial de hidrogeno) es una medida de vida; toda enfermedad se desarrolla en una condición acida, más nunca en una condición alcalina. Por la ciencia de Dios sabemos que todo estrés, temor y culpa deterioran a los siete sistemas del cuerpo haciéndolo acido.

Y por doctrina, por ejemplo, conocemos los cinco puntos calvinistas de la salvación. Es muy importante estudiar y entender estas verdades y sistematizarlas como nuestra doctrina de Fe para que traigamos Gloria a Dios, para que el Fuego que incendio a estos hombres arda en nuestro corazón, para que el Amor de la Cruz nos constriña, y para que nuestro carácter sea el Temor de Dios. Nada más que las doctrinas de la reforma pueden hacer esto. Nunca podremos caminar por Fe efectivamente si ignoramos las doctrinas del sistema calvinista. El calvinismo no es mera especulación para la cabeza, sino siempre ha sido poder para el corazón y la vida.

Así que debemos empezar enseñando ciencia y doctrina desde que el niño es destetado. ¿A qué edad es esto? Suele variar de niño a niño, pero un promedio puede ser aproximadamente un año. Así que, cuando el niño tiene aproximadamente un año, debemos comenzar a enseñarlo y guiarlo acerca de la ciencia y la doctrina.

¡Por supuesto que no significa que debemos cargar a nuestro bebé y citar la teoría de la relatividad de Albert Einstein o dar una profunda explicación teológica de estudios sobre el griego y hebreo! ¡Eso sería una escena bastante divertida! La manera apropiada de enseñar e instruir a un niño se describe en el siguiente verso de Isaías 28:10, que nos dice:

“Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá.”

Debemos comenzar a guiar la vida de nuestros hijos con devoción, en una manera simple y repetida. Empecemos con lo más simple y finalmente avancemos hacia lo más complicado construyendo línea por línea, precepto por precepto.

Instruyendo a un niño
Tal vez uno de los versículos más famosos en la Biblia acerca de la instrucción del niño, se encuentra en Proverbios 22:6, que señala:

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”

Encontrando el verdadero significado de este versículo, es importante observar un concepto erróneo que comúnmente encontramos. Sin duda, cada pastor se encuentra con padres que vienen con corazones rotos y heridos por sus hijos caprichosos.

Probablemente dirían, “Pastor, por favor ore por mis hijos; cuando eran pequeños los llevamos con devoción a la iglesia y ahora que han crecido y han salido de la universidad secular, se han alejado del Señor. Sé que ahora están viviendo una vida desenfrenada, pero sé que algún día van a volver, así como la Biblia dice que lo harán. Ore por ellos mientras esto sucede, por favor”.

Pero, ¿a qué parte de la Escritura se refieren la mayoría cuando mencionan que Dios dijo que se irían y luego regresarían?”; Ciertamente se refieren a  Proverbios 22:6.

Muchos padres lo citan con una idea errónea. Como mucha gente, ellos piensan que este versículo significa que si llevan a sus hijos a la iglesia, aunque vivan los hijos una vida de pecado por un tiempo, después regresarán al camino del Señor.

Y muchos hijos ciertamente regresan a los caminos de Dios como el hijo prodigo lo hizo, gloria a Dios, pero de cualquier forma, ¡este pasaje no nos enseña esto!

En hebreo, el versículo dice literalmente que “...mientras esté creciendo, no se apartará de él.” Es el equivalente a un tiempo progresivo y no a un tiempo futuro. El concepto no es que se apartará y luego volverá en un tiempo futuro, más bien dice que no se apartará mientras continúa y progresivamente esté creciendo.

La Palabra de Dios es un libro de promesa, pero también es un libro de mandato. Nosotros sabemos que entendemos la promesa en Proverbios 22:6 como condicional, en otras palabras, hay una certera condición que debemos conocer antes de que esta bendición llegue a la vida de nuestros hijos; la condición es que debemos “instruir al niño en su camino...”

Toca el Paladar
Considerando que Salomón fue el hombre más sabio que ha vivido, y que escribió los Proverbios, pensemos en el significado de lo que les dijo a los padres de “instruir al niño en su camino”. Salomón tomó su frase de un dicho entre las madres hebreas.

Instruye al niño puede ser traducido literalmente como “toca el paladar del niño”. Dios nos enseña que si tocamos el paladar de un niño en el camino que debe ir, entonces cuando sea viejo nunca se apartará de ese camino.

¿Sabes dónde está tu paladar? El suave paladar es la porción sensible en la parte de arriba de la boca que se extiende hasta detrás de la úvula, que es la parte colgante en la entrada de la garganta. Tocar el paladar causa una reacción natural de tragar.

Si pones tu dedo en tu lengua y lo mueves hacia atrás, sabrás inmediatamente cuándo has tocado la parte sensible. Cuando a un bebé recién nacido lo llevan con su mamá y ella le da su primera leche, la leche toca en la parte sensible del paladar y el niño automáticamente traga la leche. Este es el principio que las madres judías usaron en la alimentación de sus hijos.

En la época en que la Biblia fue escrita, las madres no tenían compañías que fabricaran comida para alimentar a sus bebés. Las madres tomaban un pequeño trozo de comida, lo majaban y lo ponían en su dedo para después hacer reír al niño y poner su dedo en el paladar del bebé para que automáticamente tragara la comida; de esta manera acostumbraría al niño a tomar la comida que estaba en su dedo. Después de algún tiempo, algo interesante comenzaba a ocurrir: todo lo que las madres tenían que hacer era sostener su dedo cerca de la boca del niño y ésta se abriría por el hambre y la costumbre del sabor de la comida en su dedo.

Recuerda que Salomón, el hombre más sabio que ha existido, escribió que si tocas el paladar de tu hijo, cuando crezca, el hambre al que lo acostumbraste lo ayudará a permanecer en ello durante el resto de su vida.

Lo primero que aprende un bebé es a comer comida sólida. No aprende a cambiar su pañal, tender la cama o recoger sus calcetines, aprende cómo digerir comida sólida.

El principio básico es que desde la primera lección, al tocar el paladar, los padres deben comenzar a enseñar a sus hijos el camino adecuado; en otras palabras, debemos enseñar a nuestros hijos los caminos de Dios desde el principio.

¡Deja de Escuchar la Enseñanza que te hace divagar de Dios!
Recuerda la frase en Proverbios 22:6 que dice: “...en su camino...” Eso incluye todo lo que Dios considera importante en Su Palabra. Eso incluye todos los mandamientos, estatutos y decretos del Señor tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento.

Además, según Proverbios 19:27, también excluye todo lo que no está de acuerdo a la Palabra de Dios.
“Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría”.

No es simplemente que el niño sea enseñado con principios bíblicos, sino que también sea apartado de todo lo que es contrario al camino en que debe ir. ¿Eso significa que debemos tener cuidado de no exponerlo a un poco de humanismo, un poco de teoría evolutiva o un poco de todos esos conceptos no bíblicos? ¿Aunque nuestros hijos no entiendan “como es el mundo”? ¡Sí, eso es exactamente lo que dice! Fíjate lo que el versículo no dice: no dice “sería mejor si no lo escucharas”, o “te recomendaría que no lo escucharas”; dice claramente “¡Cesa de escucharlas”!

Volviendo a Egipto Cada Día
Después de que Dios permitió a los israelitas salir de Egipto, abrió el Mar Rojo, les libró de la mano de Faraón, y les dio el Gran Mandamiento, ¿crees que levantaban a sus hijos cada mañana, les lavaban la cara, les daban de desayunar, los vestían y luego los mandaban de regreso por el camino hacia Egipto a la escuela? ¡Por supuesto que no! ¡Eso es lo que muchos padres hacen hoy en día!

Desgraciadamente existe una gran cantidad de padres que aman al Señor y creen Su palabra, pero cada mañana mandan a sus hijos a la escuela de regreso a Egipto. Estos padres llevan a sus hijos a escuelas donde sus paladares son tocados cada día por personas que no tienen a Dios, sino devociones antibíblicas que los alimentan cada día.

Imprudentemente, mandan a sus hijos a un sistema educativo que literalmente se rige por cosas que completamente están apartadas de Dios y de la Biblia. Con esto permitimos que los niños vean cosas que nunca deberían de ver y que escuchen cosas que no deberían escuchar.

Dios nos mandó claramente que eduquemos a nuestros hijos diligentemente y diariamente en los principios de Su Palabra, sin embargo, muchos padres cristianos mandan a sus hijos cada día a un sistema educativo que se opone directamente a lo que Dios nos ha mandado que enseñemos a nuestros hijos.

Esto no significa que los padres estén actuando en rebelión, más bien lo hacen por ignorancia. De cualquier forma, Dios está sacudiendo a las iglesias en los principios de Su Palabra.

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).

Los tiempos de la ignorancia son cosa del pasado; Dios ha dado a conocer Su voluntad y debemos responder a este soberano y santo llamado de Dios respecto a la educación de nuestros hijos.

Combatiendo la Filosofía de Exposición
Una reacción común procedente de ciertas afirmaciones puede ser “Vivimos en una época donde la buena educación implica una gran exposición a toda clase de ideas”. De cualquier forma, Aquél que te creó, Aquél que te dio la vida, Aquél que dijo que un día estarás en Su Presencia, el que tiene en cuenta cada pensamiento que alguna vez has tenido, cada palabra que has mencionado, y cada cosa que has hecho, te ha mandado lo contrario. El principio de separación del mal es repetitivo en la Biblia. Romanos 16:19 menciona:
“...Quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal.”

Esta sincera idea debe poner en ridículo al resto de las ideas modernas de que debemos enseñar a nuestros hijos entre lo bueno y lo malo, verdad y mentira, correcto e incorrecto, para luego dejarlos crear sus propias ideas según prefieran.

Esta es una teoría humanista en su peor forma; esta idea fue creada por Satanás en el Huerto del Edén. Dios les dijo a Adán y Eva que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios sabía que era mejor para nosotros si ignorábamos desde un principio acerca del mal. De cualquier modo, Satanás inventó una mentira que aún es utilizada, diciendo:

“...sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.”

Satanás cambió la verdad diciéndoles que sus ojos se abrirían y entonces serían como dioses. Desde ese fatídico día hasta ahora ésta idea se ha manejado comúnmente diciendo que debemos instruir a nuestros hijos en el bien y el mal, pero los resultados han sido obviamente dolorosos.

Mientras combatimos esta mentira, debemos recordar y atender Romanos 16:19. Debemos enseñar a nuestros hijos a ser “sabios para el bien e ingenuos para el mal”. Debemos proteger nuestros tesoros preciados de la “basura” que está destruyendo generaciones.

¿Qué tanto debes saber acerca de algo para conocer lo que es? ¡Absolutamente nada! Eso es lo que la Palabra de Dios nos dice: no sepas nada acerca del mal. Por el contrario, debemos educar a nuestros hijos en la manera en bíblica, en la verdad, devoción, rectitud y vida.

De cualquier forma, la mentira de la filosofía de exposición ha permanecido y tal vez permanecerá dentro de nuestra cultura mientras pongamos nuestra confianza en maestros seculares, quienes exponen a nuestros hijos a todas las formas de pensamientos antibíblicos.

Debemos asimilar que la mente de los niños no tiene que ser maltratada para que sean educados. De hecho, la educación se dará con mejor calidad si no se le expone al mal. Siguiendo la filosofía humanística de exposición, el sistema de educación pública ha dejado a millones de niños funcionalmente analfabetos. No sólo esto, sino que muchos otros niños se han hecho adictos a diversas sustancias y literalmente millones son desprovistos de valores éticos sólidos que les permitirían vivir una vida llena de verdad, justicia, paz y gozo.

La educación humanista ha destruido generaciones enseñándoles lo contrario de las Escrituras, mientras tanto, Dios nos dice: “...quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal.” A pesar del peligro de esta filosofía de exposición, se sigue usando ampliamente en nuestro sistema educativo nacional.

Para un pastor fue muy impactante ver algunas copias de libros de texto de una secundaria en Largo, Florida. Su contenido se basaba en palabras que nunca se hubiera imaginado, era totalmente sucio. Cuando se le preguntó que había hecho con el material, él respondió que llevó los libros de texto al superintendente de la escuela. Este hombre pensó que el superintendente quedaría asombrado y de inmediato quitaría todo ese material de sus aulas; en vez de eso, contestó: “Bueno, por supuesto, ¿cómo esperaba que educara a los niños a menos que les mostrara lo que es la vida real?”

¡Eso no es educación! Eso es perversión, y es de la manera en que nuestro país ha llegado a todo este desorden hoy en día. “Conociendo el bien del mal” no es lo mismo que “conociendo el bien y el mal”. Cuando aprendamos el significado de ser “sabios para el bien”, automáticamente podremos detectar lo que es mal. No es necesario estudiar el mal para saber lo que es. ¡Es muy obvio que un niño no necesita un curso del “arte de pecar efectivamente”! Ellos aprenderán más que suficiente acerca de eso sin necesidad de ser capacitados al respecto.

Una buena ilustración de este principio se puede ver en cómo los banqueros son enseñados para detectar dinero falso. Una vez se le preguntó a una cajera: “¿Te enviaron a una escuela de dinero falso? ¿Te enseñaron los diferentes tipos de papel y de tinta que se usaría en la falsificación?” Ella sonriendo meneó su cabeza de un lado a otro; entonces respondió: “No, ninguna de esas cosas. Nos enseñaron el papel y la tinta especial que se utiliza para hacer dinero auténtico. Lo único que nos permitían tocar era el dinero real. Como resultado, cuando dinero falso cruza la puerta, podemos detectarlo inmediatamente”.

El mismo principio se aplica en la educación. No se educa a un niño exponiéndolo al mal, esto solamente confunde su mente. La evidencia de que por más de cincuenta años se ha usado la filosofía de exposición podemos verla en estas generaciones confundidas: los suicidios son palpables y los niños se están matando unos a otros, para mucha gente ya nada es blanco o negro, simplemente son diferentes tonos de gris. Exponerlos al mal ha creado una tremenda confusión en la mente de la sociedad actual.

Cuando somos sabios al bien e ingenuos al mal, Dios oprime a Satanás bajo nuestros pies. Esta es una promesa de Romanos 16:20:

“...quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal. Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies.”

Es con el conocimiento y la obediencia a la verdad de la vida, y con el bien con que vencemos al mal. Cuando exponemos a nuestros hijos a una vida con Dios, serán capaces de discernir el pecado mientras se acerca.

Naturalmente desaparece la confusión porque “...no es Dios de confusión, sino de paz...” (I Corintios 14:33).

Psicólogos seculares, psiquiatras y educadores afirman que protegiendo a los niños de cosas impías, ocultamos su personalidad. Probablemente ellos dirían: “Necesita conocer acerca de estas cosas para que sepa de lo que está rodeado. ¿Quieres que esté en un invernadero?”

Recientemente un padre buscaba una escuela cristiana para inscribir a su hija mayor. Alguien le preguntó: “¿Quieres meter a tu hija en un invernadero?” El padre nos dijo cuán terrible sonaba esa idea. Solamente pudo imaginar a su preciosa hija sentada ahí todo el día, gimiendo y sufriendo.

De cualquier manera, un día preguntó a un horticultor para qué eran los invernaderos; éste le explicó que un invernadero es el lugar donde las mejores, más exclusivas, valuables y caras plantas crecen. Las plantas más hermosas no se pueden poner en un lugar donde están expuestas al daño del viento, la lluvia, el calor y otros elementos. Son tratadas especialmente. Se ponen en invernaderos en donde cada elemento es controlado cuidadosamente para el bienestar de cada planta. Son colocadas en un clima y lugar lo más perfecto posible.

¿Qué tan importante es, entonces, que nuestros hijos sean puestos en el mejor ambiente posible, libre del daño de los elementos de la filosofía de exposición? Si cuidamos especialmente ciertas plantas, entonces, ¿qué tantos cuidados debemos dar a nuestros hijos?

Algunos padres dicen: “Estamos enviando a nuestros hijos a escuelas públicas para que sean misioneros”. De cualquier forma, el problema es que estos padres envían a sus canarios a enseñar a los gorriones a cantar, y sus canarios vuelan de regreso a casa gorjeando como los gorriones.

¡Hemos perdido generaciones permitiéndoles acercarse al humanismo secular, siendo éste la parte vital de la educación y capacitación que el mundo presenta! Lo que nuestros hijos escuchan el domingo en la iglesia se contradice en la escuela el lunes, martes, miércoles, jueves y viernes.

Cuando Dios nos dijo en Proverbios 19:27 que cesemos de escuchar la instrucción que nos aleja del camino santo, lo hizo en imperativo. La forma imperativa de un enunciado significa una orden, no una sugerencia.

Ese es un enunciado imperativo, así como este:
“Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría.” Otro más: “Instruye al niño en su camino.” Y otro más: “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones...” (Jeremías 10:2).

Esos enunciados no vienen de un instructor de cuarteles militares, un capitán, un mayor, ni del presidente. ¡Esos vienen del Rey de Reyes y Señor de Señores! Cuando un imperativo proviene de Él, más vale que escuchemos lo que dice y lo obedezcamos rápidamente.

Educación en Casa es el Camino Divino para cultivar en nuestros hijos el amor y plenitud en la Gloria de Dios. ¡Bendito sea este Hermoso Fundamento del Cristianismo!

 

 

                                      Para Su Gloria…
                                                                                 Dr. Johel LaFaurie  
   

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